“Es falso, la tempestad no cuida los pequeños límites del hombre, sino que los destruye, pero también destruye al hombre.
Nunca estuvimos tan amenazados, la tierra y la familia,
el cristal y la miel, la golondrina y el recién nacido.
Y las cosas inmensas se derriban como una copa de
pólvora.”
Pablo Neruda.
Sinovas-Castilla León |
Buenas tardes chaval…
Me encuentro en una
amalgama de caminos que me llevan a las mismas praderas de los sueños, de la
vida, y de la añoranza… Quizá la maleta que muchos preparan antes de su partida
esté llena de recuerdos de los
que me apropié mirando lo que siento y sentía… Mi intelecto brilla hoy
sin despecho y sin galerías
ocultas, ya que en las puertas de
la vida nunca se posaron cerraduras…
Sinovas-Castilla León |
Las portillas siempre bien despejadas de la nada, por donde el aire se precipita hasta los confines de la propia existencia hasta que el final se pone al lado con la sonrisa en su rostro y sus dientes sin presión… Es muy hermoso sentirse libre y esperando que en un cruce de caminos me encuentre con otros personajes que den sentido a mis frustraciones y sueños.
Y/ surgió de entre los árboles la sombra
del poeta con su barba blanca y amplia sonrisa llevando un manojo de “hojas
de hierba” bajo el brazo, las que se posaron entre sus manos para ofrecerlas. Ofrecérmelas. Las
que brotaban de su figura perforando la mía... Fue… en un alarde de finura y de
sentimientos los que esparcieron sus signos por todas las hojas que se
desprendían de sus ramas.
Y volaban los pensamientos entre los
pinares y cepas de dulce aspaviento, hostigadas por la mano del hombre, de
seres que seccionaron de sus cepas los racimos de uva para la vida nueva de
otros seres reemplazados, cada época, su sus vidas.
Y fue deshojando
sus hojas... De sus renglones repletos de tinta brotaban melodías e imágenes
atrevidas para su tiempo.
Sinovas-Castilla León |
Crujían sus pasos entre el follaje y las ramas secas, desmontando el silencio ya inacabado por su propia realidad, la que ya incontenida por prebendas insanas y maliciosas; después de mirar a esas hojas repletas de nervios, a la sazón, la palma de su mano de energías ya crecidas y de señales que se encauzan, sabrosonas, por los perfiles de su anatomía; entre suspiros y aromas sanos que halamos de las plantas y la fresca y jugosa hierba... Su aforismo se instaló en su mente, ya fortificada y con los pesebres de grano limpio y el agua de sus fuentes.
19.10.23
Antonio Molina Medina
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