Chorrosquina-El Cobre-Algeciras
Decía Blas de otero: “Nuestra vida interior da el color de nuestra obra” y “Lo que pienso lo que vivo lo trasformo y lo digo en poesía” ¿Tu mensaje? - No es mío; me apoyo en realidades que están a la vista de quien sepa o quiera verlas”
A través del tiempo transcurrido
los individuos se recogen, se aglutinan
para sentir el calor de sus cuerpos
en su desconsuelo de familias rotas,
esparcidas, pisando otros suelos, otras
latitudes
otros hemisferios.
Llegaban los años, pisando los cuerpos,
brillaban las botas, crujían los cueros
obligados a vivir, a subsistir,
en su propio destierro, pero les unía
lo humano que brotaba de ellos.
Conglomerado de familias que soñaban
juntas
en días señalados, pensando en los suyos,
luchando por ellos...
Gaucin-Serranía de Málaga Andalucía
Reían, lloraban, amaban en silencio,
todo era ternura en sus pensamientos,
su humanismo, se les sentía por dentro.
Despedían el año como un solo cuerpo.
Se juntaban todos alrededor del viento
les limpiaba de impurezas y cieno,
soplo diluido al paso del tiempo.
Generaciones nuevas. Otros sentimientos.
Embrutecidos, ya no piensan por ellos.
Quedan en olvido aquellos años duros.
Aquellos años tiernos, desdichas,
miserias,
tiranía impuesta y hambre en el cuerpo.
Hambre de saber. Hambre de reír. Hambre
de llorar,
por no poder hacer los sueños realidad.
Navidades últimas, como una quimera,
de seres olvidados, de cualquier manera.
Mesas suculentas de seres que te querían,
que te hacían querer, que te mantenían
fuera de su tiempo, de preocupaciones;
que te hacían reír, llorar y vivir
y poder soñar, lo bueno de la vida
gozando con ellos.
Gaucin-Serranía de Málaga-Andalucía
También te ofrecían sabrosos manjares
que, en humilde mesa, ellos te apostaban;
absortos veíamos sus manos mañosas
¡cómo moldeaban! ¡Cómo tornear!
Pestiños, rosquillas, tortas de maíz,
la rica compota, la tierna batata, las
papas asadas,
algún que otro pollo… humildes pescados
se dejaban caer en mágicos días
junto a los productos que el campo
producía.
Pero en esas mesas también había risa,
con sus chirigotas, canciones al niño y
a su tierno mundo, a su roja sangre, a
todo lo suyo,
recordando la tierra, de la que
procedían.
Dejaron su sangre, sus cuerpos sin
tierra,
sus vidas ya rotas llenas de miseria; la ilusión,
el miedo, su propia existencia, buscando
una vida
un techo donde cobijarse y poblar la
tierra.
De ellos aprendimos, la ilusión el miedo,
también por lo que les hicieron, perdón.
Amaron de veras, nos hicieron amar
aunque sea a la fuerza un nuestro
trasnochar.
Su entrega fue limpia, limpia nuestra corteza,
nos limpió por dentro, nos marcó las
horas del viejo
reloj que no se detiene, él es quien
indica,
que estamos de paso, que somos de tierra,
junto a su ganado que obligados estamos
a coger sus riendas para traspasarlo a la
descendencia,
lo mismo que ellos, con pocos recursos
nos legaron, la vida ya hecha.
Gaucin-Serranía de Málaga-Andalucía
Estamos obligados, a mantener su sombra,
a recordar sus vidas, a mantener haciendas,
las de la cultura, sueños y leyendas.
Las hadas, los gnomos y seguir los sueños
que ellos no alcanzaron, pero sí
lograron con
mucha paciencia, eslabones de oro,
que unen la cadena de nuestra existencia.
17.12.23
Antonio Molina Medina
No hay comentarios:
Publicar un comentario